Los huevos (tamaño cabeza de bebé) de Terrence

Esta tarde he ido al cine solo. “¿Solo?, pero la mayoría de gente va con alguien…”. Pues por eso mismo. En general, no me gusta la gente ni lo que suelen hacer, no es ningún secreto a estas alturas.
He ido a ver “El árbol de la vida”, la nueva peli de Terrence Malick. En la misma fila que yo, a mi derecha, había un matrimonio mayor; a mi izquierda, otro de mediana edad (o qué se yo, igual eran todos amantes, pero matrimonios era lo que parecían).
Aún tengo la peli muy reciente en la cabeza, no sé cómo me madurará, pero ahora mismo estoy bastante extasiado.
Al cabo de una hora de proyección, la pareja mayor se ha levantado (con dificultades) y se ha largado. La pareja de mediana edad ha aguantado un poco más, pero como a la hora y media, también se han puesto de pie (éstos con más agilidad), y han desfilado. Al menos seis o siete personas más se han ido; ya estaba claro que no estábamos viendo un blockbuster…
Había un grupo ruidoso de cuatro o cinco (de ésos que el día que van al cine cenan dos veces), que han llegado cuando la peli ya estaba empezada, y se han ido a diez minutos del final.
Todo eso, en unos multicines, hoy en día suele significar que alguien ha puesto todo su corazón y tripas en la peli.
Es como si Malick hubiera planeado hacer un biópic, y al no decidirse por personalidad alguna, lo hubiese hecho sobre la existencia. Demasiado para un complejo comercial con ocho salas…

Malick, muy acertadamente en este caso, no se moja. Muestra las dos vertientes de la vida (la espiritual y la racional) con todo el material que tiene a su alcance. Estamos todos en la peli, literalmente. Están los niños, los adultos, los animales, Dios, la Tierra, el Sol, la estrellas… Y todo está mostrado de tal forma que vemos las cualidades y las taras de cada cosa. Además, Malick no tiene prisa alguna. La peli es su celebración de la vida; su homenaje a la existencia. Y está decidido a mostrarlo. A enseñarlo, sin más.
Tal y como yo lo veo, es una de las películas de gran distribución más pretenciosas que se han hecho en muchos años. Pero hay que decir que el tío acierta, te acaba calando (al menos en mi caso). Malick coge la pelota y tira a canasta desde el centro de la cancha; puede que rebote un par de veces en el aro, pero acaba encestando. Malick ve entrar a cinco chicas en la discoteca, y decide irse a por la única que tiene novio simplemente alegando que le gusta. Y el tío va y consigue enrollarse con ella en los lavabos. Eres duro, Terrence, y lo sabes.

La película está narrada sobre todo con imágenes. De vez en cuando entra la voz en off; y aunque no siempre te pone la piel de gallina, tiene mérito el número de veces que puede llegar a conseguirlo. Visualmente la cinta es preciosa, algo que al principio puede hacerte sospechar; ahora muchas veces la técnica intenta tapar carencias de contenido, pero es como intentar usar ambientador en una cloaca, a la larga no engañan a nadie.

Con Malick no hay truco, no te intenta vender gato por liebre. Todo lo que ves está al servicio de su poética idea, la película que él quería hacer, y que ha hecho. Todo brilla cada vez más porque todo tiene cada vez más fondo y sentido. Cada personaje (y concepto) está perfectamente definido sin necesidad de largos diálogos ni presentaciones. Sin olvidar que, además, tampoco dejas de tener presente en todo momento que, por más vivos que estemos y por más maravilloso que pueda llegar a ser todo lo que nos rodea, seguramente solo somos una mota en el universo.
Es fascinante cómo la narración te va llevando sin gota de cinismo de la racionalidad científica más absoluta a la espiritualidad más religiosa. Y la cuestión es que nada te parece mal tal y como te lo muestra la película. No hay buenos ni malos. Estamos todos aquí y eso es todo.
Los huevos de Malick son como cabezas de bebé; concretamente como la de aquél que salía al final del 2001 de Kubrick.
Malick ha visto que el grupo de al lado eran las chicas de una despedida de soltera; ha preguntado quién era la novia, ha conseguido que deje a su prometido, y se ha casado él con ella sólo por diversión. Ésa, hiperbólicamente, parece su filosofía.
En general no me gusta la mayoría de gente ni lo que hacen, pero hay excepciones tan honrosas, que muchas veces hasta vale la pena ir solo al cine.

PD: Gracias a Sean Penn y Brad Pitt por meterse en este proyecto; sin ellos esto no lo distribuye ni el tato…

10 pensamientos en “Los huevos (tamaño cabeza de bebé) de Terrence

  1. Me huele a peli de las que hay que entrar al cine bien despierto, pero vaya que a mi las que me hacen pensar me gustan, así que habrá que hacerse con ella. Hay personas que no pueden aguantar hora y media y darle la confianza de ver algo hasta el final, yo nunca me he salido de una película, nunca, he visto bodrios que ahuyentarían al mas pintao, pero aun así he sido buena y he podido opinar porque me la he tragado entera. Muchas veces por hacer eso, he descubierto películas que en principio son difíciles y pesadas, con el tiempo se han convertido en esenciales dentro de mi colección cinéfila.
    Como siempre, dejándome con la intriga y las ganas de ver lo que recomiendas, no sé cómo sacar ya tiempo :C

  2. Me muero de ganas de verla. Sobre todo después de haber salido ayer «de farra» y haberme reafirmado en mis convicciones: La farra es para borregos.

    Firmado:

    Otraquevasolaalcine.

  3. Yo por exigencias del guión también he ido sola al cine alguna vez. Esta peli tengo ganas de verla, aparte de Malick, por Sean Pean, cada vez me gusta más como actor, y por la fotografía, en varios trailers que he visto, me he quedado pillada con alguna escena.

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