Revoltijo (37)

Veo por facebook una de esas páginas-sugerencia, para que le des al Me gusta (no le he dado). En ella hay un post de algún blog marcadamente “femenino” (y aquí las comillas son importantes), en el que se habla de no sé qué encuentro de eso pijoteramente llamado Tuppersex (están de moda los términos pijoteros).
Hay desde hace tiempo una tendencia mediática muy generalizada que está definida por la creencia de que hablar “abiertamente” sobre sexo es moderno y divertidísssimo; cosa que no tiene por qué no ser así, pero… la verdad es que el tono chismoso y mierder suele ser siempre lo que abunda cuando se trata de esos mundos chupiguays de veinteañeros/as y treintañeros/as deseosos por figurar y demostrar lo expertos y avanzados que son en cualquier materia supuestamente “delicada”.
Casi ni hace falta decir que todo lo relacionado con debates y encuentros picarones modernetes que giran en torno al tema (no digamos los que incluyen sexólogas mediáticas), me da una rabia que no sé bien cómo definir. Es como espiar por un agujerito al estilo Porkys a un grupo de chicas que, en lugar de desnudarse, ducharse e irse a hacer algo, lo que hacen es pasarse entre ellas una batidora-vibrador y soltar risitas estúpidas de esa forma que suena a “uy-que-traviesas-somos-y-qué-modernas-y-un-poco-guarrillas-pero-no-pero-sí-jijijiji-uy-si-ahora-me-viera-mi-novio-oish”. Es ese ambiente teóricamente “femenino” que parece albergar más misoginia en el fondo que un tipo hartándose de cervezas viendo el fútbol mientras manda a su mujer a por algo para picar…
Sé que no me estoy sabiendo explicar, pero es lo mismo que siento cuando veo publicaciones supuestamente dirigidas a las mujeres, y todo está relacionado con asuntos superficiales y una reafirmación del “sexo débil” siempre situada en un contexto que malentiende la enormidad de lo que ha de significar ser mujer, reduciendo esa condición a la mínima expresión perfumada, y encima disfrazando ciertos artículos de grandes discursos éticos (después de 50 páginas de productos de belleza y fotos de veinteañeras colocadas de photoshop). Creo que incluso dentro de un contexto que supuestamente quiere potenciar la igualdad, la mujer sale retratada de tal modo que parece que solo deba existir un tipo de mujer (¡y nada más!). Se ha avanzado mucho, dicen algunos. Y que yo sepa la tira de mujeres siguen cobrando menos que un tío haciendo el mismo trabajo, pero da igual, porque ahora tenemos Iphones, hablamos de sexo como de fútbol, y hacemos reuniones de Tuppersex (divertíssssimas), que viene a significar la reivindicación de la mujer avanzada en cuanto al sexo igual que el estereotípico desfile del orgullo gay significa que aún estamos enterrados en fachas. De esta forma se confunde el follar bien con el atreverse a hablar de sexo, cuando además creo que si hay una cosa divertida a la práctica y horriblemente aburrida en la teoría, es el sexo.
Todo eso ha desembocado en secciones en programas de tele y radio, que son como para entrar en el estudio y pegarle un puñetazo a cada uno. O esas reporteras que salen a la calle y hacen preguntas “picaronas”, y la gente reacciona con risitas como si aún estuvieramos en los años 50. Intenta ser todo tan cool, y acaba resultando tan rancio…
Evidentemente se comercia con el asunto, y además, en cuanto al sexo en concreto, se potencia la idea de que todo gira en torno a él (¿lo hace?). Un asunto muy complicado. Y por eso mismo muy explotado de una forma bastante criticable. Hubo (y no sé si sigue habiendo) una sección en un programa de radio: en él se ponía a prueba a las parejas; una locutora ponía voz de zorrón (se ve que si eres mujer solo ligas así), soltaba memeces mil veces dichas e intentaba ligarse a un tipo vía telefónica mientras la novia del tipo escuchaba toda la conversación. Ese “experimento” se hacía de varias formas distintas, y obviamente la tira de veces se descubrían infidelidades, y todo acababa en gritos e insultos mientras el típico locutor de FM de repente se volvía ético e intentaba poner orden…
Sé que he metido conceptos distintos en el mismo saco, y que a veces la gente hace las cosas para echarse unas risas y nada más; pero es bastante obvio, si lo piensas un momento, que, como con casi todo, no se ve evolución significativa alguna, sino más bien torpeza, una nueva piel y basta, codicia, poca reflexión, y hasta en ocasiones cierto ímpetu por restar importancia a cosas que, por más que todos las asociemos al cachondeo y la tontería, conforman una parte importante de la vida más íntima de las personas.
Estando de acuerdo en que tanto la mujer como el sexo son asuntos capitales, a ver si empiezan a surgir ya especialistas, periodistas y creativos que no conviertan esa temática en un pozo de vergüenza ajena recurrente, estereotipos y clichés que al final solo son un nuevo tipo de misoginia (aunque sea marca apple).

Y por si he sonado demasiado a feminista radical -y para que la gente “cuerda” me pueda criticar si quiere- una nueva entrega de Tetas del día

Y por si he sonado demasiado a feminista radical -y para que la gente “cuerda” me pueda criticar si quiere- una nueva entrega de Tetas del día

Revoltijo (36)

Hace poco fui a una sesión de cine de “Cabeza borradora”, la ópera prima de David Lynch, que ya casi era una declaración de principios en toda regla del director. Y antes de la proyección (parte de un festival de cine en Terrassa), el director Nacho Cerdá conferenció durante hora y media sobre asuntos relaciondos con el cine, sí, pero también con cualquier otro modo de arte.
Tanto a mí como a los amigos con los que fui, nos sorprendió que, pese a estar la sala llena de estudiantes de cine de la ESCAC, éstos parecían los menos partícipes de lo que estaba pasando, incluida la proyección de la peli, con la que se reían exageradamente en momentos que en absoluto lo pedían. Daba la sensación de que el diez por ciento del público que no acudió en calidad de futuros realizadores o cineastas, fue el que realmente se mostró interesado tanto en la conferencia como en la película.
Desconcertante…
Como sea, Cerdá hablo con mucha pasión, e insistió muchas veces en esas facetas del cine y el arte que están paridas para conmover y agitar al espectador, y no solo para tenerle hora y media entretenido con la evolución de unos personajes, un ejercicio simplón cuyo único fin es saber cómo acabará la película. El realizador dijo muchas cosas ciertas, y muchas otras inspiradoras, da igual si lo que te gusta es hacer cine o escribir o pintar o tocar la guitarra. Desesperadamente, el conferenciante intentaba hablar sobre devolver su auténtica esencia al arte. El arte proviene de las tripas y el corazón. Y obviamente decir esto venía a cuento antes de ver una película de Lynch, cuyos argumentos más importantes se encuentran siempre en la experimentación, en lo orgánico, en el dejarse llevar, en cierto tipo de sinceridad expresiva.
Ese rato, repito, fue inspirador. Y es frustrante que todo eso sea algo para minorías. Es frustrante que la mayoría de la gente tenga una idea tan limitada del cine y del arte en general (y por ende, de la vida). Pero sobre todo una idea tan distorsionada, tan llena de etiquetas y prejuicios absurdos sobre lo que una obra les tiene que ofrecer.
En relación con el cine y la literatura, que son los campos en los que realmente considero que tengo un bagaje respetable como consumidor, ya me irrita mucho escuchar según qué palabras. Entretenimiento es una de las que me irrita. Normal es otra. Intriga es otra (odio esa puta palabra). Es esa puta manía de reducirlo todo hasta convertirlo en algo manejable y simplón, algo que poder controlar… El hecho de ver una gran película, y no haberla entendido a un nivel superficial, pero sí haberla SENTIDO, hasta que te lleva al borde de la lágrima (y no hablo de la lágrima fácil y tontorrona), es una cosa, como decía, de minorías. De los que estamos abiertos al menos a eso. Precisamente hablando de Lynch, recuerdo la primera vez que vi “Mulholland Drive” en casa de un amigo, y acabé con tal carga emocional dentro que me vi a mí mismo luego solo en casa llamando a otro colega solo para poder desfogarme. Ni siquiera sé qué le dije, y no es algo que haga normalmente, pero sí fue unos de esos puntos de inflexión emocionales e intelectuales, que te enseñan que hay vida bajo la montaña de etiquetas y academicismos que rigen la existencia de demasiada gente ya. Ese día, y ahora lo tengo clarísimo, fue uno de los motivos por los que escribo.
En inglés hay una palabra, aesthetics, que alude a esa experiencia, a esa apreciación de la belleza, de sentirse completamente vivo (cerebro y corazón sintiendo a la vez), que va más allá de todas esas etiquetas, Entretenimiento, Intriga, Acción. Esa palabra define algo –y esto es grave– que muy raramente puede sentir un alumno en el colegio (más bien se aburren de mala manera…). Uno acaba hasta los cojones de esa gente que necesita una explicación cerrada para todo. De esa gente que no comprende el placer de no controlar algo completamente, que no es capaz de abrirse jamás, que incluso se sienten ridículos si lo intentan. Que a veces –en un alarde patético de mostrarse como personas sencillas y humildes– se llaman sí mismos torpes, y que necesitan un puto diploma en relación con todo para creer que tienen algún tipo de potencial dentro, ya sea como personas, o creadores, o como espectadores. Ellos se lo pierden. Se van a morir entreteniéndose (en el mejor de los casos), sin sentir nunca nada de verdad.

Tetas de día (modo Lynch)

Tetas de día (modo Lynch)

Revoltijo (35)

Iba a escribir otro post poniendo a caldo el sistema educativo, porque cuanto más lee uno sobre el tema, más mierda hay sobre la que escribir, pero en lugar de eso hablaré sobre cierta etapa de mi infancia; creo que funcionará bien como analogía de todas formas.
Durante dos meses de verano –yo debía tener nueve o diez años, no lo sé– mis padres decidieron apuntarme a una especie de curso de natación.
A mí me daba pánico el agua, y la piscina era de las que cubrían. Nos hacían hacer cosas como tirarnos de cabeza dentro de un aro flotante, o patalear agarrados a un corcho azul muy mono hasta cruzar todo el ancho de la piscina. Los monitores eran universitarios que luego debían usar el tiempo que perdían con nosotros para convertirlo en argumento de ligoteo. Putos incompetentes de mierda… (lo eran). Sonreían todo el tiempo mientras yo, aterrorizado en el borde de la piscina, tenía que tirarme al agua y hacer alguna de las estupideces que me obligaran a hacer. Luego, llegaba agotado y tragando agua al otro lado del ancho de la piscina, al borde del lloro, y los cabrones reían y me llamaban “campeón” (espero que ahora estéis viviendo casados con alguna ex-tía buena que os esté amargando la vida…).
Otra de las pruebas divertidas, era la de impulsarse desde el borde y tocar el fondo de la piscina. Yo siempre cerraba los ojos bajo el agua, lo cual hacia que, al impulsarme mal y aterrado, la mayoría de las veces me quedaba a medio camino, con los ojos cerrados, sin tocar el fondo, y sin saber cuánto me había alejado de la superficie. Así, el pánico hacía que comenzara a patalear hacia arriba (sin saber); boqueaba dentro del agua rezando por sacar por fin la cabeza; ese momento llegaba cuando ya tenía el pecho a punto de explotar y mis pulmones pedían a gritos su aire. Puede sonar dramático, pero así era como lo vivía. Salía del agua y me aferraba al borde, tosía y respiraba agotado; a los putos monitores les daba igual todo siempre y cuando no estuvieras inconsciente…
Recuerdo que hice un amigo. Sus padres y los míos se hicieron amigos también. El tema que solían sacar los adultos después de cada hora de cada sábado (sí, encima aquella mierda era el sábado por la mañana…), tenía que ver conmigo y mis evoluciones… Pero las mismas no existían nunca, el espectáculo era siempre el mismo, yo al borde de la piscina cuando era mi turno, mirando con temor al agua (por no decir lo que se podría definir como: terror lloroso), y preguntándome qué coño estaba haciendo allí, por qué tenía que pasar por aquel trance en aquel justo instante. (Fue la misma etapa en la que hice la comunión, la cual tampoco sabía a qué coño venía, pero al menos durante la catequesis no tragué unos treinta litros de agua con cloro.)

Por suerte al final se acabó aquella pesadilla. Pero claro, no podía hacerlo sin una humillación final (algo a lo que, por otro lado, estaba bastante acostumbrado de crío). La cosa es que, si los universitarios sonrientes consideraban que habías aprendido a nadar, te daban un diploma. No recuerdo si muchos niños lo obtuvieron o no; pero recuerdo que mi amigo sí obtuvo el suyo, y que yo por supuesto, no. Así que aquel año tuve la oportunidad de ser no solo un mal estudiante, sino también un mal nadador, oficialmente incapaz.
Unos dos años después (creo que fueron dos, como mucho tres), dejé de tenerle miedo al agua en la piscina municipal del pueblo de Extremadura al que iba veranear con mis padres. Aprendí a moverme en el agua de tal forma que no me hundiera, e incluso a desplazarme en ella dignamente, aunque no fuera a batir ningún récord olímpico (eso sí, no nadaba a perrito). Y creo que fue porque lo hice solo; o bueno, estaban mis padres, pero mis padres no sonreían como aquellos monitores, y no estaban allí conmigo para luego decirle a alguna universitaria que habían estado allí conmigo para así quizá poder tirársela. (Sin olvidar que fui yo quien decidió afrontar el asunto.) De modo que, como nadie me presionaba ni me trataba como a mercancía, ni me pinchaba, ni, en resumen, me tocaba los cojones, pues aprendí nadar.

P.D.: Al final del día nadie me dio un diploma (supongo que porque no sufrí el proceso, de hecho incluso lo disfruté, qué cosas…).

Más tetas del día

Más tetas del día

Revoltijo (34) – Especial microcuentos de amor y amor falso

Microcuento autobiográfico de amor secreto

¿Pueden salir todos de la habitación menos ella, por favor?

&

 

Sinceridad

Podríamos disfrazar el sexo de viaje vacacional para tener de una vez una habitación lejos para nosotros.

&

 

Sexo

En serio, esto no te lo puedes tomar en serio…

&

 

La declaración de amor más clara posible

No, estoy bien, no me pasa nada…

&

 

Dar aliento a la muerte

Tengo ganas de hacer un montón de planes para los dos, y lo quiero hacer ahora.

&

 

Espontaneidad

Perdona, no quería decir eso… eh… Tengo una carrera, ¿sabes?.

Tetas del día (modo redhead)

Tetas del día (modo redhead)

Revoltijo (33)

Es curioso que solo tengamos un concepto claro de la muerte. Hoy tengo una de esas noches en las que me dan ganas de eliminar a ciertas personas de Facebook (la única red social que manejo) con las que obviamente ya no hay relación real alguna. Pero al final todo se queda en amenazas de boquilla, porque como bien decía Nicolas Cage en aquel peliculón de Spike Jonze, y en aquel contexto de romanticismo, vida y muerte:

«Tú eres lo que amas, no lo que te ame.»

Es una frase que puede sonar estúpida a bote pronto, pero en el fondo la realidad es exactamente así, y no se puede negar.
De hecho se puede ir más lejos. Hay personas a las que no veo desde hace años, ni en persona ni por medio alguno, y que probablemente nunca volveré a ver. ¿Eso no es lo mismo para mí a la práctica que si estuvieran muertas? Porque está claro que si no hay el más mínimo interés en ambas direcciones, no veo la diferencia. No es como si no te importara que la gente de tu pasado muriera, pero es más bien como si en cierto modo… ¿te resultara indiferente? (…)
Claro, a no ser que una de las dos partes aún tenga interés por la otra (aunque la otra ya no tenga interés en la una), en cuyo caso obviamente tú eres lo que amas, y no lo que te ama. Y a muchos niveles, tantos como tenga el amor, la amistad, o la muerte.

Tetas del día (modo asiática con curvas)

Tetas del día (modo asiática con curvas)

Revoltijo (32)

Este va a ser el primer post del Tetas que vaya única y exclusivamente de eso, de tetas, en el sentido más superficial (y probablemente truño).
Creo que todos tenemos dos vertientes respecto a las personas que nos atraen, ya tengan que ser del sexo opuesto o del mismo, ahí cada cual a lo suyo. Cuando alguien te gusta a un nivel, digamos, emocional, lo del físico viene dado, esa persona te gusta y punto, te pone “por defecto”, no necesita encajar especialmente en lo que a priori son tus gustos. Pero luego está la vertiente meramente física, y ahí seguro que todos tenemos nuestro mitos eróticos.
Yo soy en exceso heterosexual. Para entendernos, su fuera gay sería de los muy amanerados, de los que ves venir a kilómetros, de los que parece que quieran ser más femeninos que las propias mujeres… Es decir, no sé vestir bien, no tengo sentido alguno de la moda, procuro mear en los urinarios públicos sin nadie al lado o detrás, y puedo relacionarme sin problema con los de mi especie, porque de entrada nuestras exigencias para generar un vínculo entre nosotros suelen ser mínimas.
Así pues, desde ese contexto de superficie, siempre hay alguna mujer/mito/celebridad que uno no puede evitar pensar que es perfecta.
De un tiempo a esta parte, mi mito más claro es Kate Upton.
De modo que las Tetas del día del post de hoy, van a constar de algunas fotos de ella. Era un post que me debía a mí mismo. Los lectores hetero y las lesbianas, disfrutad de ello. Las mujeres hetero y los gays, pasadme por alto el truñismo de poster de taller mecánico de hoy.

kate 6

kate 2

Caffe Swimwear- Front Row - MBFW Swim 2012

kate 4

Terry Richardson

Terry Richardson

Revoltijo (31)

He llegado a la conclusión de que en ocasiones (espero que muy puntuales) debe ser insoportable tratar conmigo.
Puede que esto vaya a sonar autocompasivo, pero igual es porque lo es, porque a lo mejor ahora mismo necesito compadecerme de mí mismo (algo muy punky en los días que corren). He sacado la conclusión de que debo ser alguien realmente nocivo, lo he hecho en base a ciertos comportamientos a mi alrededor (por suerte, estos sí, puntuales), que están relacionados básicamente con un simple y llano distanciamiento respecto a mi persona. Algo que sucede de forma muy gradual, pero cuando uno se da cuenta de que sobra, es inevitable detenerlo, da igual los acercamientos que intentes.
Hasta tal punto he llegado a pensar que a veces doy una impresión terrible por estos lares (sea así o no, aunque seguramente lo sea hasta cierto punto), que hoy he hecho el ridículo.
Envié un mensaje a cierta blogger para pedirle permiso para poner alguna de sus fotos (que me parecieron divertidas) en la cabecera del Proyecciones. Ella me atendió amablemente y me pidió la dirección del blog para echarle un vistazo. Lo vio por encima y me dijo que ningún problema. Hasta ahí todo bien.
Luego, veo que publica una reflexión en Facebook sobre no hacer caso a la gente que nos intenta amargar la vida, etc. Y yo, ni corto ni perezoso, me creo que ha debido leer alguna entrada del blog y ha sacado la conclusión… lo que decía antes, de que soy nocivo, incluso escribiendo ficción.
Al principio lo dejo estar y llego a pensar que solo ha sido casualidad, que ni siquiera ha leído el blog y simplemente ha sido una coincidencia que publicara eso unos 10 minutos después de que le pasara la dirección. Pero luego (y aclaro, tras más de una y de dos experiencias que sí fueron reales), me convenzo de que sí, de que ha leído el blog y ha determinado que soy nocivo, y que ha publicado esa reflexión para reafirmarse en sus principios de no dejarse llevar al lado oscuro por seres despreciables como yo, etc.
Así, de entrada le envié un mensaje conciliador, aclarando que dudaba sobre si su reflexión de Facebook había sido producto de haber leído mi blog y demás… Al ver que durante todo el día de hoy, y hasta hace un rato, no me contestaba, he decidido que sí, que mis sospechas estaban en lo cierto; ella había leído mi blog y se había fascinado con lo terriblemente dañino que es (y por ende, que soy yo), y por eso ayer no pudo evitar reflexionar sobre el asunto, para quitarse de encima el hedor de alguno de mis posts…
Una vez ya estoy seguro de que mi blog ha provocado esa reacción, herido en mi orgullo (o lo que sea) le envío un mensaje menos conciliador que el anterior, dejando claro que mis textos tienen todos un ánimo literario, y no literal, y que bla bla blá…
Después de eso, ella me envía un mensaje diciendo que no ha podido conectarse hasta ese momento (hace un rato), y que su reflexión de Facebook no tenía nada que ver con mi blog…, ni conmigo…

Esto es algo que a veces hago. Se forma una película en mi cabeza que ni tan siquiera tiene un buen guión. Es decir, ¿si el detonante de aquella reflexión indignada hubiera sido mi blog, la muchacha no me hubiera dicho que por favor no usara sus fotos para la cabecera?
Como sea, ahora una blogger andaluza muy risueña que graba unos videos muy apañados para su canal de Youtube, cree que soy un neurótico, y ahora probablemente sí piensa que es mejor alejarse…
Aprovecho de todas formas la oportunidad de reafirmar mi calma y sosiego habituales en contraste con lo explosivo o ambiguo de mis textos de ficción/reflexión.

Feliz Naviñada…

(Nota: En Terrassa ya hace mucho que hay luces de navidad, y siguen en activo los puestos de castañas…)

Tetas del día (que incian las Especiales navideñas)

Revoltijo (30)

A veces es “agotador” intentar dar una opinión sincera que implique una “acusación” (muchas veces involuntaria) al modus operandi vital del grueso de la gente. Es agotador porque para empezar uno se arriesga más de lo normal a equivocarse, porque no se está limitando a repetir como un loro alguna teoría general aceptada sobre lo que sea (ya sea errónea, o más cómoda de la cuenta, o no). A menudo, además, al dar esa opinión sincera “a contracorriente”, das la sensación de agresividad. Me ha pasado tantas veces que ya ni sé en ocasiones cómo pronunciarme (quizá por eso me gusta tanto la ficción, puedes soltarte, y hasta contradecirte a ti mismo si hace falta, o ser ambiguo: ahí es cómodo sembrar la duda razonable; es cierto que incluso ahí hay lectores que se “ofenden”, pero no hay punto de comparación).

A veces me dan ganas de comprarme cinco veces más ropa de la que necesito, dejar de escuchar a Radiohead y comprar un disco de Juanes, sonreír a base de dientes, y fingir que me llevo bien con todo el mundo (cosa imposible se quiera o no).
Por suerte luego se me pasa…
Recuerdo que años atrás lo intentaba… No llegaba al extremo de lo de Juanes y demás, pero intentaba siempre llegar a un acuerdo con TODO el mundo, llegar a un punto de encuentro, de paz, lo que sea. Pero con el tiempo he sacado la conclusión de que eso es imposible, y de que soterrar demasiado opiniones sinceras en pos de esa comunión casi mística que muchos persiguen con el universo, creo que a la larga es más dañino que otra cosa, creo que lo es para todos, y que no ayuda a comunión real alguna. En cualquier caso, tampoco estoy a favor de declaraciones de guerra o de hacer daño (aunque a veces se me vaya la mano como a cualquiera), pero sé aceptar que no se puede contentar a todo el mundo desde un principio de mínima sinceridad.
Todo eso, empezando por este post, que, más o menos equivocado, al menos puedo decir que es una reflexión sincera (por más que no esté blindada, y aunque sea susceptible de moldearse en el futuro como todas).

Es muy posible que yo esté equivocado y hasta sea nocivo a veces para los demás. No sería tampoco la primera vez que me siento así. Pero la verdad, cuando miro a mi alrededor, muchas veces, vale, puede que yo esté en un error cada vez que abro la boca, pero estoy bastante seguro de que ese grueso de gente del que hablaba, tampoco navega precisamente en aciertos, aunque naveguen todos en el mismo océano de opinión.

Tetas del día (algo que sí une en comunión sin discusión a hombres heteros y lesbianas)

Tetas del día (algo que sí une en comunión sin discusión a hombres heteros y lesbianas)

Revoltijo (29)

Quería hablar de “Contraluz”, de la obra en general de Thomas Pynchon, pero la verdad, no me veo capaz. Podría dar una serie de datos y jugar con la retórica, o bromear sobre la obsesión del escritor con no aparecer en los medios. Se puede hablar mucho de él y sus libros sin profundizar en nada. Hay cientos de artículos así. Yo mismo he hecho eso con otros libros, y con películas a veces. Evitas analizar Lo Importante, porque no te ves con sentido del análisis suficiente (por decirlo así), y sobre todo porque muchas veces el ejercicio sería el de intentar describir el sentimiento de fascinación brutal que te provocan ciertas obras.
Eso es algo a lo que se puede jugar ficcionando; pero desde un punto de vista mínimamente objetivo o “científico”, me parece absurdo.
Son sentimientos, al fin y al cabo. Una de las preguntas más estúpidas que le puedes hacer a alguien, es por qué le gusta una persona (es decir, si realmente le gusta esa persona). Como mucho te podrá dar una lista de datos; inteligente, divertida, imprevisible, sexualmente atractiva, lo que sea… Pero es como preguntarle a un alpinista por qué quiere subir ahí arriba, y que te conteste: “Por el paisaje…” Es ridículo, pero sobre todo es mentira; es un sentimiento, y como tal no se verbaliza, solo se siente. Por eso es especial.
Por eso escribir, la literatura y el arte en general son algo especial, y necesario. Porque es el medio que admite el intento de expresar un sentimiento.
Ahí entra todo, desde el amor hasta el odio. Yo no soy periodista, pero es que el periodismo no solo está lejos de buscar una forma de análisis aceptable cuando se trata de bestias como Pynchon, es que además ya está todo completamente medido y profesionalizado: parámetros, línea editorial. Quizá por eso Hunter S. Thompson decidiera en su momento ficcionar sus artículos sobre eventos reales. Era la forma de captar lo que un análisis objetivo (imposible por definición) nunca podría captar.
Sin olvidar que, a esos niveles, siempre está el dinero de por medio, lo cual es: intereses y política. Es como si aun en la era de la información todavía fuéramos incapaces de ver una mierda de lo que sucede a nuestro alrededor. El transmisor de información, por profesionalidad; y el receptor porque la señal ya llega demasiado débil…
Con todo, si tuviera que escribir un artículo sobre “Contraluz” porque alguien está dispuesto a pagarme por ello, lo haría. Creo que esa es la mejor definición de periodismo ahora. No dista mucho de poner tochos o barrer la calle.
Creo que ese es el origen de la mayor parte de los problemas.
Fin de esto

También quería hablar de cuando yo escribo ficción, pero no me alargaré. Siempre he pensado que el escritor debe desaparecer en sus personajes, igual que un actor. Lo que me ha causado dolores de cabeza, es el hecho de que cuando he estado cerca de lograr eso, eso solo me ha traído ciertos problemas; casi nunca graves, pero problemas al fin y al cabo. Es uno de los motivos por los que quiero publicar en papel, quizá si el lector potencial no tiene que leerme en pantalla, pueda olvidarse de mí.

Como en el post anterior se me olvidó, hoy doble ración de Tetas del día

Revoltijo (28)

Al fin me he dado el capricho: Comprarme una cámara barata para hacer fotos baratas. Baratas… o artísticas (ahora con estas cosas nunca se sabe). En este post os invito a ver mis inicios (y probablemente finales) en el rabiosamente actual mundo de la fotografía pretenciosa.
Como veréis no he salido de viaje ni he convencido a ninguna chica guapa. Mi estilo está en lo casual/pop (pronunciar en inglés), en el minimalismo, ya me entendéis.
El modelo de la cámara es: Nikon barata que me compré en un impulso paseando por la rambla.
El estilo fotográfico encaja en: Alguna corriente moderna; si sigo haciendo fotos puede que intente inventarme la etiqueta (home-casual, death-photo, minimal-hispter… algo así).
De todos modos, como soy un iniciado, y con la inseguridad que eso conlleva, os pondré el título de cada obra quizá añadiendo algunos apuntes si lo veo necesario.
Os dejo con mi obra.

«Marvin» (Este es mi sentido homenaje al personaje de Guía del autoestopista galáctico.)

«Mickey» (Juego de contrastes entre la época del mítico personaje de disney y nuestro mundo de prisas y tecnología.)

«Foto de obra de Kandinsky» (Puede que mi obra más ambigua y potencialmente polémica hasta el momento; pero creo que también rabiosamente meta-artística y rompedora.)

«Muchacha relativamente misteriosa» (En realidad la chica es actriz y puede que el cinéfilo más avispado la reconozca; con esta obra pretendo profundizar en lo relativo de lo misterioso.)

«Spray» (Un momento fugaz capturado para la posteridad; precio: 59 euros.)